Sunday, March 20, 2005

Cartas

FRAGMENTOS:

En un cruce

“...¿Sabes que ando como entre dos tiempos, caminando por la calle?, ¿que ando soñando, como extático, como distraído hacia lo hondo, como olvidado y en plena memoria, en el seno de la memoria... como en pleno deslumbramiento del único recuerdo importante, como ciego y vidente, como flotando y pesado, ligero y denso, ambulante y rectilíneo, deambulando y clavándome en un punto al que soy lanzado como una flecha...?”

“Sé decirte que quisiera morirme en medio de una última experiencia como ésta, que es duro seguir viviendo con la perspectiva de caer a la ridícula mentira del tiempo puro. Mentira. Sartre miente. Ahora lo sé de cierto. No vivimos o no deberíamos vivir, o no es nuestro destino vivir en el tiempo. Sino en un filo de navaja, en un borde, en un cruce, en una intersección del tiempo y la eternidad. Eso es lo que siempre supo el poeta, que amó en lo único su unicidad y su universalidad, su singularidad y su esencia total, participante de todo. Y la condición temporal, limitada, efímera, y a la vez la inexplicable eternidad de seres y cosas, que se revela con cierta mirada. Y es con la condición de que sepamos mirar de esa manera que la moral se cumple, que la caridad tiene lugar, que el poema nace, que la vida es justa, que la comunicación existe, que el arte es verdadero, que la creatura se salva... Y privado de esa visión, se pierde. Penosamente se pierde. Y el infierno es el tiempo. Caer a condición de condena y sujeción del tiempo y del espacio...”

(dirigida a Félix della Paolera en agosto de 1965)
*
Góngora

"...Pocas veces, como en Góngora, la forma es contenido, fondo, mensaje, noticia. Pero la noticia, la señal, el signo, la expresión comunicante de algo, no siempre obedece a un mismo código. En el caso de Góngora, lo que dice no está en lo dicho. Está en las resultantes estructurales, perfectamente operativas, idóneas para la expresión de un mecanismo del pensamiento que no existía en su época. Que se daba en un hombre sólo aparentemente sincronizado con su siglo. De allí que las "Soledades" parezcan apenas églogas cortesanas".

"Góngora estaba plasmando una lengua de dinámica contrapuntística, de complicación arabesca, no gratuita. Importa poco cuáles fueran sus propias, íntimas intenciones, o su compulsión hacia el meandro y la acrobacia. El resultado objetivo es que forja una lengua de sintaxis semejante a la latina, altamente propicia a la complejidad ramificada, polifónica, del pensar actual. Y esa complejidad que -en un primer análisis o en una lectura superficial- podría parecer gratuita en su momento es, no obstante, lo que convierte a Góngora en un precursor instrumento comunicativo que se expresaba más allá de sus textos. Un buen lector de Góngora percibe que -por encima de su rígida represión individual, de su altivo orgullo, de su presuntuosa necesidad de sorprender- hay un verbo emocionado, una emotividad inteligente, a un mismo tiempo analítica y sintética. Góngora, el soberbio, el rígido, el burlón, el austero, vale como ejemplo de la absoluta independencia y objetividad de la lengua -y del espíritu de la lengua- cualquiera fuese su intención estética particular. Su genialidad consiste en haber dicho más que lo que se propuso."


(dirigida a Félix della Paolera en mayo de 1967)